Celebración de los Trabajadores de la Sanidad Pública de Granada Jubilados
By AmigosdelClinico In Noticias On 18 de diciembre de 2017
Queridos amigos:
Tengo la enorme satisfacción de dirigirme a todos vosotras y vosotros, compañeros jubilados de los Hospitales Públicos de Granada. Yo represento al Hospital Clínico y me alegra que se haya retomado la buena costumbre de homenajear a todos los profesionales que han dedicado su vida a cuidar la salud de los granadinos y andaluces en general. Ha habido un paréntesis de dos años, convulsos y para olvidar en los que no ha habido ni ganas ni iniciativa para reunirnos, pero por fortuna, las cosas deben encauzarse y acabar como dicen los ciudadanos con 2 HOSPITALES COMPLETOS.
Cuando nos reunimos para un evento de este tipo, lo habitual es que uno haga un recuerdo de lo que ha dado y recibido de la institución que nos ha acogido toda una vida. Yo lo haré y lógicamente tengo que referirme a mis propias vivencias pero que en todo caso son comunes con las de otros compañeros y siempre relacionadas con la Institución que nos une. En otro orden de cosas, yo que profesionalmente soy además de médico profesor, siempre me gusta meditar sobre cosas y hechos de los que se puedan extraer enseñanzas y conclusiones. Y finalmente desde esta misma entrada tengo que disentir de quien dice que Jubilación viene de júbilo. Yo no estoy nada jubiloso al dejar atrás mi vida profesional dedicada a lo que quiero profundamente.
En mi caso particular yo entré por las puertas del Hospital Clínico a lo que era entonces el Instituto de Oncología en octubre de 1967 y si hacéis cuentas, son 50 años los que yo he dedicado al Hospital. 3 como alumno interno y 47 como médico y además en este Hospital mi abuela se trató de cáncer, nacieron mis tres hijos, murió mi madre también de cáncer, mi padre fue atendido de un infarto y han nacido tres de mis nietos, de modo que mi vinculación tiene vivencias más allá de las profesionales.
Es obvio que tengo historias, historietas, anécdotas, recuerdos y relatos como para hablar hasta el final de siglo (de este siglo) pero solo me referiré a algunos hechos que tienen un impacto emocional o profesional y que de alguna manera ejemplifican los mensajes que quiero transmitir.
Yo acudí a Oncología porque mi abuela, tratada en el Hospital Clínico y siendo una de las primeras enfermas irradiadas con la Bomba de Cobalto del Hospital, falleció de cáncer como he dicho y ello motivó mi deseo de especializarme en Oncología .Cuando entré en el Hospital el área de encamación estaba constituida por salas con 2 alas comunes cada una de 16 camas y 8 habitaciones individuales, 4 de primera y 4 de segunda. Las Salas tenían el nombre de los catedráticos de la especialidad (las de hombres) y de sus esposas (las de mujeres) excepto las de Oncología que se denominaban San Francisco Javier y Santa Cándida en recuerdo de los padres de Dra. Julia del Castillo, benefactora de la Fundación con el nombre de sus progenitores. Muchos de vosotros habréis visto en el jardín central del Hospital una estatua en honor de Dra. Julia (por cierto que un antiguo médico de Urgencias de este Hospital, cuando pasaba delante de la estatua y había «publico», es decir pacientes más o menos despistados que buscaban una consulta, se solía santiguar y creaba efecto llamada de inmediato).
Ubicado en Oncología como alumno interno con D Emilio Muñoz y D Antonio Mundo como mis jefes, tuve un final de carrera en 1970 de gran impacto por dos hechos
- De una parte en abril de 1970 la muerte por infarto agudo de miocardio de D. Manuel Sastre Gallegos, catedrático de Cirugía, que aconteció cuando curaba la herida de una paciente sometida a mastectomía por cáncer de mama. Fue una muerte en “acto de servicio” que a todos nos impresionó. Recuerdo de manera nítida como se intentó reanimarlo con masaje cardíaco a tórax abierto en quirófano (por parte de D Claudio Hernández) y como cada vez se llenaba más y más de profesores impresionados como yo, pero sin bata. Pensé, si se despertara, seguro que le repetía el infarto al ver como su quirófano estéril e inmaculado se había llenado de gente.
- A final de julio de ese año hice mi primera guardia como médico del Hospital en Urgencias. El mismo día de la huelga de la construcción del 70 que acabó con la muerte de tres albañiles abatidos por la Policía cuando protestaban por mejorar sus condiciones. Fueron atendidos en nuestro Hospital y yo personalmente curé las heridas a varios albañiles y a algún policía (“grises en aquellos tiempos”). No puedo olvidar el cuerpo de los tres trabajadores en quirófano y después en Instituto Anatómico Forense sin que las autoridades permitieran su entierro público por miedo a más desórdenes.
Está claro que esto último me impresionó notablemente y aunque yo venía de una tradición familiar de república y socialismo, no cabe duda que me animó a seguir ejemplo y si acaso mejorarlo.
De hecho, como quiera que la clínica de Oncología fue la primera que se transformó cerrando las Salas y creando habitaciones dobles (tal como muchos de vosotros habéis conocido) también en 1970, yo decidí que celebráramos cada 14 abril “la reforma”de Oncología y con el afán de mejorar mi tradición entré en el Partido Comunista y Comisiones Obreras. En la Sala de Sesiones de Oncología, nos reuníamos los que formábamos parte de la Junta Democrática. Otro buen amigo y compañero, gran otorrino, por cierto muy de derechas, al referirse a nuestra Unidad, nos llamaba “Las Oncologías Obreras”.
Una de las mayores transformaciones del Hospital, la construcción y puesta en marcha de los que denominó “El Pabellón Nuevo de Especialidades”, tuvo lugar en la segunda mitad de los años 70. No tengo recuerdos de este hecho tan positivo porque estaba en Milán en el Istituto dei Tumori con una beca post-doctoral, precisamente de la Fundación San Francisco Javier y Santa Cándida, pero entiendo que se perdió una enorme oportunidad de crecer el Clínico al rebufo de la ampliación del centro. No sé qué falló, pero evidentemente no se pueden perder las ocasiones, no hay tantas.
A lo largo de estos años durante los 70, 80, 90 y nuevo siglo el Hospital creció dentro del sistema público de Salud, primer lugar la RASSA y después el SAS, pero evidentemente como el 2º Hospital de Granada. Desde que se gestionó la Sanidad desde Andalucía hubo un extraordinario sesgo de preferencias e inversiones para nuestro vecino el Hospital Virgen de las Nieves (antes Ruiz de Alda). Es probable que la actitud de algunos responsables (catedráticos Jefes de Servicio) generara un sentimiento de rechazo a nuestra Institución y a todo lo relacionado con la Universidad, pero pagamos justos por pecadores. La inmensa mayoría de los profesionales del Hospital Clínico acogió la administración sanitaria por parte de la Seguridad Social como un gran paso adelante. Entendimos que era la manera moderna y eficaz de gestionar la Sanidad, aceptamos y servimos con lealtad (a veces entrando en conflicto con la Universidad) nuestro nuevo patrón, pero nos vimos decepcionados y desasistidos de la gestión, de las inversiones en recursos humanos y materiales y por supuesto ABSOLUTAMENTE ignorantes de cuáles eran los planes (si es que los había) para muestro centro.
Lo más importante que quizás no se haya entendido bien, es que nuestro compromiso con el sistema de salud que nos gobierna, se manifiesta a través de nuestra lealtad y compromiso con el Hospital Clínico al que queremos y al que servimos para bien de nuestros ciudadanos. La mayor parte de los profesionales entendimos como una enorme avance el cambios de “cultura de valores” del Hospital.
Es decir en los antiguos tiempos la gente era conocida en el Hospital por lo que eran “es D. Fulano catedrático…” y con la gestión de la Seguridad Social los profesionales pasaron a ser conocidos por lo que hacían “Es Mengano, un tío cojonudo, enorme profesional en….”Pero esto no podía estar reñido con nuestra tradición de profesionales universitarios, capaces de servir con competencia y habilidad a nuestros enfermos y nuestros alumnos.
Con sensación de alguna amargura por todo lo que he expuesto previamente tengo algunas anécdotas que de alguna manera ejemplifican algo de lo que he dicho
En los años 70, cuando las endoscopias Digestivas las hacían un puñado de enormes profesionales en el Ruiz de Alda (Dr. Revilla, Dra Martín Vivaldi, Dr Pleguezuelos) desde Oncología, desafiando una prohibición o escrita llevábamos en persona a nuestros enfermos el HVN a que se beneficiaran de una técnica que les podía ayudar.
Cuando había que someter un paciente a un procedimiento neuroquirúrgico, no nos dolían prendas para reconocer que eso era labor de profesionales (en el HVN) y no de aficionados (en el Hospital Clínico).
Cuando había una única Unidad de RT de Megavoltaje (TCT) en Granada y Almería, la del Hospital Clínico y un único servicio de Oncología, desde nuestra Unidad se atendió a todos los pacientes vinieran de donde vinieran y no solamente eso, sino que se desplazaba uno de nosotros semanalmente al HVN para recoger los nuevos casos para evitar pérdidas o retrasos.
Finalmente y para no cansaros tengo que recordar algo que es muestra significativa de nuestro compromiso con el sistema. En mayo de 1980 se sustituyó la vieja Unidad de TCT del Clínico (donada por la AECC) por una nueva Unidad (Theratron 780) comprada por la Universidad (para tratar enfermos, no solo para enseñarla a los estudiantes). Los técnicos estimaron en 6 meses los necesarios para acondicionar el búnker, retirar el viejo Orbitron y poner en marcha el Theratron. ¿Qué hacemos con los enfermos en tratamiento, así como los que tenemos en lista de espera en el Clínico y el HVN?. NO RESPUESTA alguna. Se nos ocurrió aprovechando nuestra amistad con el jefe de RT del Hospital de Jaén el siguiente plan: “En Jaén hay una máquina de RT como la que van a poner en Granada, acaba de irradiar más o menos a las 2 de la tarde. Podemos ir en autobús los 30 o más enfermos en tratamiento, con médico, enfermeras y físicos a media mañana y volver por la noche. Así entre mayo y diciembre de 1980. Recuerdo que los ingenieros de Canadá que instalaron la máquina cuando iban a ensañarnos cómo funcionaba, acabamos dándole lecciones, consejos y trucos a ellos. Esa máquina en 2009 tras 29 años de servicio y después de haber tratado a más de 15.000 enfermos, se vendió por su buen estado, a un Hospital de Polonia.
En 1994 y atendiendo a las necesidades en atención oncológica de los pacientes de la Costa, desde la Unidad que he dirigido hasta septiembre de este año, se ha desplazado un profesional al Hospital de Motril, primero para revisar los pacientes tratados en el Clínico y más adelante para tratarlos en ese Hospital, fue nuestra Unidad la que en primer lugar tomó la iniciativa de desplazarse a la cercanías del enfermo en lugar de que estos obligadamente siguieran viniendo a Granada, muchos de ellos en malas condiciones.
En consecuencia y en relación con los que os he contando y aunque sea barrer para casa, difícilmente podemos entender como la respuesta del SAS a esta actitud haya sido que Oncología del Clínico no ha tenido inversiones en tecnología, ni en promoción de plantilla y sin apoyar innovaciones en la cartera de servicios. Se nos ha hecho muy difícil entender como para atender a una población del área Sur igual en número a la del área Norte tengamos a veces el 50% de la plantilla respecto al HVN. Y lo que os cuento de Oncología, que lo sé de 1ª mano, se puede extender a todo el Hospital Clínico en su conjunto. A los profesionales nos queda un regusto malo al no saber en qué criterios (si es que hubo algunos) se basó el SAS para designar un Hospital buque insignia, en perjuicio del otro. Nosotros nos alegramos por los compañeros del HVN y sobre todo por los enfermos que se benefician de la competencia y medios que nuestros compañeros ponen su disposición, pero no entendemos porque eso no ocurre igual para el Clínico y su área de atención.
Tenéis pues que entender que los profesionales a los que creo representar no necesitamos lecciones de buen uso y aprovechamiento de los recursos públicos, sino medios para producir Salud y bienestar a nuestros ciudadanos enfermos. Un compañero, gran cirujano de esta casa decía con gran razón “El SAS ha confundido el verbo con el que tratar a los profesionales del Clínico, confunde explotar (queremos ser explotados, exprimidos, utilizados en beneficio de los paciente) con el de putear a los profesionales”. Creo sinceramente que la Institución que nos gobierna ni ha sabido valorar y menos utilizar el gran sentimiento de pertenencia y orgullo profesional de los trabajadores del Clínico. Yo que tengo una fértil imaginación, no alcanzo a pensar en otra ocupación mejor que ser trabajador del Clínico. Ni siquiera el empleo de Presidente de la IIIª República de España lo cambiaría por el de haber sido médico de Oncología del Hospital Clínico San Cecilio de Granada
Estas reflexiones pueden de alguna manera explicar el gran conflicto que se ha generado con el absurdo plan de fusión hospitalaria. Hay mucho mal y muchos problemas enterrados y no resueltos que han explotado cuando se ha intentado hacer una planificación demente de la estructura sanitaria en Granada. En mis numerosos viajes a Sevilla me maravillaba cuando me preguntaban ¿Por qué hay tanta crispación en Granada?
Tengo gran esperanza en que el nuevo Hospital Clínico en el campus de la Salud alcance el nivel de desarrollo, competencia, infra-estructura que merecen los granadinos del área Sur y los profesionales que lo sirvan, de modo que quede como un mal sueño el extraordinario lío que ellos solitos organizaron. Ni los ciudadanos ni la mayor parte de los trabajadores del Hospital lo merecen
En fin nuestro Hospital ha cerrado sus puertas o está a punto de hacerlo, 65 años después de su inauguración (mayo de 1952) y fue la Clínica de Oncología la primera que se abrió en el mismo. Nuestro viejo y querido centro ha sido y es una institución que ha servido a los granadinos, almerienses, jienenses y otros andaluces. Es un Hospital querido y valorado en esta ciudad y ello ha sido gracias a la labor de sus profesionales que tienen y tenemos una especial devoción por nuestro Clínico. Creo que la consideración con que se nos conoce es la justa correspondencia de la ciudadanía a nuestro Hospital que tiene profesionales muertos en acto de servicio y que abre sus puertas para acoger a todo aquél que nos necesita obrero o policía.
Sois compañeros míos unos enormes profesionales que le habéis dado brillo y esplendor la Sanidad Pública a través del Clínico y no gracias sino en muchas ocasiones a pesar de la institución que nos gobierna Me acuerdo cuando pienso en ello en una estrofa del Cantar de Mio Cid, cuando el poeta anónimo se refiere al Cid Campeador ªOh que buen vasallo si oviese buen señor”.
Para mí y creo que para todos mis compañeros es muy importante señalar que la crítica que hago, parte desde nuestra más cerrada defensa del Sistema Público de Salud, del que nos sentimos orgullosos y que hemos defendido a través de nuestro ejemplo en el Clínico. Por imperativo ético y convicción personal no puede ser de otra manera. Defendemos un sistema que en lugar de tener el beneficio económico como principal objetivo, tiene la garantía de la equidad en el acceso a la salud de todos, como fundamental razón de ser. Precisamente por esta convicción vemos con temor que una mala gestión comprometa su existencia y desde luego no es buena la gestión que conduce a que muchos de sus profesionales se sientan injustamente tratados o discriminados.
Antes de finalizar quiero no obstante señalar que soy un bien nacido y por ello mi enorme gratitud a un Hospital y a un sistema de salud que me ha permitido tener una larga vida profesional, ganarme la vida para fundar una familia de la que siento orgulloso por mis tres hijos, de alguna manera mi trabajo en Hospital también fue la manera de conocer a mi esposa Nani a la que profundamente quiero, así como poder gozar de la enorme fortuna de estar rodeado de amigos, maestros, alumnos, discípulos y compañeros de trabajo excepcionales y lo que es más importante de todo, de enfermos y enfermas que con su cariño y ejemplo me han dado el mayor motivo de satisfacción para un profesional y es saber que estaba cumpliendo con mi deber
No os canso más y me despido de todos vosotros con mi pregunta “que tendrá ese viejo Hospital al que hemos dado nuestra vida profesional, trabajando con ahínco, sufriendo de amarguras y decepciones, haciendo guardias con frío y calor, irritaciones, disgustos y algunas satisfacciones durante tantos años, que a pesar de ello nos atrapa y nos hace sentir tristes porque en estos momentos ya no tenemos otra vida que darte. Y es que te queremos Clínico, te queremos.